Banif.- La moderación que experimentó el crecimiento del PIB de EEUU en 1T11 (desde el 3,1% trimestral anualizado del trimestre precedente hasta un 1,8%) afortunadamente tuvo un acentuado matiz transitorio —ralentización del consumo por el encarecimiento de la factura energética, menor gasto en defensa, un sector exterior algo más débil, así como los efectos que han tenido las condiciones climatológicas adversas sobre el gasto en construcción y la inversión en estructuras-que debería revertir en trimestres venideros. Además, la confianza empresarial en el sector manufacturero sorprendió al alza en abril, tanto en EEUU (ISM de manufacturas se sitúa en 60,4 puntos, con los componentes clave de empleo y nuevos pedidos por encima de 60) como en la zona Euro (PMI repuntando desde 57,5 hasta 58,0).
Ponemos el foco en
La situación por Estados miembros en el seno de la Unión Económica y Monetaria (UEM) continúa siendo muy heterogénea a diferente escala. En la parcela de actividad, lo más positivo es que la economía alemana sigue cosechando los frutos de las políticas de ajuste y de reformas previamente adoptadas. Ello encuentra reflejo en unos índices de confianza empresarial situados muy cerca de máximos históricos y un mercado laboral que es el espejo en el que la práctica totalidad de economías OCDE gustaría mirarse. Con escasos desequilibrios domésticos, el principal punto de vulnerabilidad que podría vislumbrarse en el horizonte más próximo para Alemania es la fortaleza del euro, aunque la solidez que sigue exhibiendo la demanda emergente y la paulatina ganancia de cuota de mercado en estas economías de las exportaciones teutonas constituyen atenuantes. En Francia, el crecimiento es más moderado, pero su dinámica interna es la que se aproximaría más al patrón germano entre los integrantes de la zona Euro. Situación diametralmente opuesta es la de las economías "periféricas", cuyas tasas de crecimiento se mueven entre la recesión y, en el mejor de los casos, un práctico estancamiento.
Las diferencias entre las economías de la región son asimismo significativas en cuanto a los saldos por cuenta corriente y las balanzas fiscales, lo que, evidentemente, no deja indiferente a los mercados. En este punto, el contraste entre Alemania y los países "periféricos" es abismal, adquiriendo la situación tintes preocupantes en los países objeto de las presiones de los mercados. La primera economía de la UEM combina un excedente exterior superior al 5% del PIB —no ajeno a la elevada tasa de ahorro y a la ganancia de competitividad en los mercados foráneos- con un déficit público del 3% y una deuda bruta próxima al 80%. Mientras tanto, el alumno menos aplicado del segmento "periférico", Grecia, conjuga un déficit por cuenta corriente equivalente al 10%, con una brecha fiscal próxima al 9,5% y una deuda del 140%. No es tarea fácil acoplar estas diferencias dentro de una unión monetaria con un tipo de cambio fijo. A ello hay que añadir las dificultades asociadas al bajo crecimiento que suele acompañar a las políticas de ajuste, ya que la deuda es difícilmente sostenible si el tipo de interés supera el crecimiento del PIB nominal.
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La situación por Estados miembros en el seno de la Unión Económica y Monetaria (UEM) continúa siendo muy heterogénea a diferente escala. En la parcela de actividad, lo más positivo es que la economía alemana sigue cosechando los frutos de las políticas de ajuste y de reformas previamente adoptadas. Ello encuentra reflejo en unos índices de confianza empresarial situados muy cerca de máximos históricos y un mercado laboral que es el espejo en el que la práctica totalidad de economías OCDE gustaría mirarse. Con escasos desequilibrios domésticos, el principal punto de vulnerabilidad que podría vislumbrarse en el horizonte más próximo para Alemania es la fortaleza del euro, aunque la solidez que sigue exhibiendo la demanda emergente y la paulatina ganancia de cuota de mercado en estas economías de las exportaciones teutonas constituyen atenuantes. En Francia, el crecimiento es más moderado, pero su dinámica interna es la que se aproximaría más al patrón germano entre los integrantes de la zona Euro. Situación diametralmente opuesta es la de las economías "periféricas", cuyas tasas de crecimiento se mueven entre la recesión y, en el mejor de los casos, un práctico estancamiento.
Las diferencias entre las economías de la región son asimismo significativas en cuanto a los saldos por cuenta corriente y las balanzas fiscales, lo que, evidentemente, no deja indiferente a los mercados. En este punto, el contraste entre Alemania y los países "periféricos" es abismal, adquiriendo la situación tintes preocupantes en los países objeto de las presiones de los mercados. La primera economía de la UEM combina un excedente exterior superior al 5% del PIB —no ajeno a la elevada tasa de ahorro y a la ganancia de competitividad en los mercados foráneos- con un déficit público del 3% y una deuda bruta próxima al 80%. Mientras tanto, el alumno menos aplicado del segmento "periférico", Grecia, conjuga un déficit por cuenta corriente equivalente al 10%, con una brecha fiscal próxima al 9,5% y una deuda del 140%. No es tarea fácil acoplar estas diferencias dentro de una unión monetaria con un tipo de cambio fijo. A ello hay que añadir las dificultades asociadas al bajo crecimiento que suele acompañar a las políticas de ajuste, ya que la deuda es difícilmente sostenible si el tipo de interés supera el crecimiento del PIB nominal.